sábado, 22 de marzo de 2014

50% y 50% dan las cuentas, ¿y en las relaciones?

El lenguaje permite a las personas mantener conversaciones privadas -con nosotros mismos- y públicas, cuando conversamos con los demás. El desafío de cada uno de nosotros, en la medida que deseamos mejorar nuestros vínculos, estará en poder reflexionar y discernir el rol que ocupamos en cada situación y si podemos ser responsables del mismo. ¿Alguna vez en su vida se topó con alguien que le puso los puntos sobre las íes y le dijo por ejemplo: “es imposible trabajar de ese modo” o “Estoy harta de soportar que en las reuniones familiares siempre tenga que dar la nota y nadie haga nada”?. “No se qué hacer para evitar estas situaciones, me hace mal, Estoy atada de manos y pies”. Pero, ¿por quién me he dejado atar las manos? ¿Cómo fue que dejé que me ataran de pies? Quiero hacer foco en lo que sí es posible que pueda desatar, teniendo en cuenta los contextos, normas, reglas, las cuales en principio apelan al sentido común, bienestar general y respeto hacia el prójimo.“Estoy entre la espada y la pared”. ¿Quién es la espada? ¿Cómo se llama la pared? Más de una vez hemos expresado: “No quiero terminar la relación, por eso prefiero soportar el dolor de cabeza antes de terminar peleados por decir que no me banco las cosas que hace”.¡¡¡Ok, ok, ok…!!! Me cansé de escuchar siempre lo mismo y de ver situaciones de maltrato, de gritos y de gente callarse sin decir: “¡BASTA!”. Un BASTA para ellos, un BASTA para la otra persona. Pensé en qué es necesario que ocurra para que este tipo de situaciones de maltrato en los vínculos dejen de suceder. ¿De qué dependen? ¿De quién dependen? ¿Dependen de la espada? ¿Dependen de la pared? Un día comenzamos a hacer catarsis como niños abrumados, contando anécdota tras anécdota hasta quedarnos sin aire de la desesperación de contar con lujo y detalle de todas las diablurías que nos ha propiciado estas personas. Puede ser que con quien tengo semejantes problemas para mantener una conversación de respeto, para encontrar un punto que nos sea favorable a ambos, aún no la hayamos encontrado. Entonces sigo experimentando situaciones desagradables. De un modo muy cómodo podría contar lo mal que me han tratado, pobre de mí que he sufrido maltratos, tolero cientos y cientos de veces ceder el lugar. No es malo, ni es bueno, simplemente quizás no sea apropiado que la regla siempre sea así.
 
Ha llegado un momento y un lugar en el que he podido ver, reflexionar, sentir, que los demás podrán ser los más malos del condado, aunque eso no justifica que yo no sea responsable de hacer algo. Quizás haya llegado el momento en el que también tenga que hacer un párate y tomar conciencia que de algo soy responsable, quizás de comenzar a observar si lo que aprendí allá y entonces, hoy se ajusta al contexto. Será hora de cambiar y actualizar el chip. Que haya sucedido y lo haya permitido alguna vez no justifica que repita esos actos, que lejos están de sumar a mi vida. Lejos están de sumar a mis vínculos mas preciados. Si los viví, son para aprender. ¿Será cuestión quizás de barajar y volver a tirar? Si las relaciones son 50% y 50%, de ese 50 por ciento que me corresponde, soy responsable del 100% y es ahí cuando, por más que culpe o reproche a la persona con la que me vinculo, llegó la hora de preguntarme: ¿Y yo, de qué soy responsable? ¿De permitir? ¿De decir “sí”, de decir “no”? ¿De hacer, de no hacer? ¿De callar, de hablar?  Quizás sea el momento de cambiar; ya que la vida es un constante devenir. Los cambios muchas veces son posibles cuando elegimos confiar, perdonar, nos dejamos ayudar. Cuando hemos decidido aprender! v.amenabar

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