viernes, 16 de marzo de 2012

Es como yo te digo, !¿más claro?! Echale agua!!!



A lo largo de nuestras vidas, vivimos un sin fin de experiencias que llegado el momento de compartirlas, apelamos a diferentes recursos para poder representar lo más parecido a aquello vivido. Esta narración cambia cada vez según la manera que la contamos, expresión corporal, sensación, descripción e interpretación de aquel hecho. Sea de la índole que fuera, en la medida que replicamos aquello acontecido podemos ver que algunos interlocutores entienden lo que describimos y en otros percibimos aquello que tanto queremos expresar y ser escuchado no se logra.

En reuniones de amigos, solemos pedirle al gracioso “contá la anécdota de cuando fuimos con tu hermano aquel verano en Las Toninas que solo vos  recreas con tanta cronología todo lo que hicimos”
Entre amigas, alguna vez dijimos, “es un plomo, si no te habla encima, te persigue con su mano pegada a tu brazo”, “es tan dulce mi novio, que cuando habla me derrito”. Lo sorprendente es que en diferentes ámbitos, sin importar el medio de comunicación que estemos utilizando, decimos por ejemplo en un chat “no me queda claro lo que estas diciendo”. Si lo estoy escribiendo, cómo es que dice, “no me queda claro lo que estás diciendo. ¿Me escucha cuando escribo? ““Ahora veo todo color de rosa”, ¿y antes, de qué color era? Otras frases como  “Siento que me ahogas” y nos preguntamos, ¿será porque estamos en el año del dragón de agua? Si sólo tomamos mate, ¿cómo es que lo estoy ahogando?

Así es que llega un momento en que preferimos compartir determinadas anécdotas con unos y no con otros.

Ahora bien, ¿qué hacemos cuándo es necesaria la interacción de ideas, de planteos y de comunicación con esa persona con la que “no tenemos onda”?

Si desde pequeños en jardín repetimos la frase “hay que compartir”, “el  compartir nos enriquece” pero… no lo consigo con algunas personas. De este modo, puedo perder oportunidades, cerrar la posibilidad de ampliar mi negocio, de trabajar en equipo, de relacionarme mejor con el administrador del edificio en el que vivo, etc.

He aquí que diferentes disciplinas y una de ellas la programación neurolingüística (PNL) ha conceptualizado éstas formas que tenemos de expresar lo que vivimos. Mi realidad es única. Porque la vivo, la proceso, la interpreto con un mundo de sensaciones, mis creencias, mi lenguaje, mi cuerpo, mis emociones que son propias a la persona que las emite. Mi verdad no es la única, simplemente es mi verdad.

Aquí el desafío que, aún viviendo en un mundo que se diversifica día a día por el intercambio que logramos por los avances tecnológicos, siguen teniendo vigencia frases que nos alejan del otro como “es como yo te digo”, “no estas viendo lo que te estoy diciendo”, “es imposible hablar con vos” o bien “¿no entiende lo que me esta pasando?”, por mencionar algunas.

Los diferentes sistemas que definió la disciplina de la PNL como el sistema  visual (“a primera vista me doy cuenta”), auditivo” (suena feo lo que dijiste”) y kinestésico: (“tengo olfato para los negocios”) conocer las características de cada uno de ellos, nos permiten  ampliar nuestro modo de vivir la vida. Descubrir que podemos utilizar de modo oportuno cada sistema en función del momento al que nos enfrentamos permite abrir oportunidades antes no tenidas en cuenta.

Vanesa Amenabar

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